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La matanza de Atoyac

Fuentes: Rebelión

Existen varios libros en torno al accionar político-militar de Lucio Cabañas Barrientos, las guerrillas en el estado de Guerrero y la guerra sucia de los años 60 y 70 del siglo pasado, algunos artículos en revistas omniscias, políticas y académicas, así como notas, artículos y cartas en el diario El Sur , de Acapulco, en […]


Existen varios libros en torno al accionar político-militar de Lucio Cabañas Barrientos, las guerrillas en el estado de Guerrero y la guerra sucia de los años 60 y 70 del siglo pasado, algunos artículos en revistas omniscias, políticas y académicas, así como notas, artículos y cartas en el diario El Sur , de Acapulco, en el cual la matanza del 18 de mayo de 1967 en Atoyac de Álvarez, Guerrero, es abordada con la descripción puntual de los acontecimientos principales, los protagonistas y la acción de los funcionarios y las fuerzas represivas del gobierno local de Raymundo Abarca Alarcón. La información, pues, está dispersa, pero no se puede hablar de que el asunto no ha sido ni es abordado. En el cotidiano acapulqueño citado han aparecido entrevistas a la profesora Hilda Flores y varias cartas de diversos actores de los acontecimientos, entre ellos Desidor Silva Valle, que esclarecen aspectos fundamentales de la masacre. En estos y otros textos se apoya este breve artículo.

Con el objeto de precisar el desarrollo del movimiento social en Atoyac, Desidor Silva expone que «fue el Partido Comunista Mexicano quien dio forma, estructura y dirección al movimiento popular y democrático» y que la célula del PCM que aquí nació en 1964 se integró, entre otros, con Juan Mata Severiano, Isidoro Sánchez López, Juan Reynada Victoria, Juan Fierro García, Hilda Flores Solís, Serafín Núñez Ramos, Lucio Cabañas Barrientos, Carmelo Cortés Castro, Francisco Zamora Báez y Félix Bautista Matías, así como con los jóvenes Octaviano Santiago Dionicio, Francisco Fierro Loza, Félix Bello Manzanares y algunos militantes más. (1)

De acuerdo con Hilda Flores, el movimiento dio comienzo el 23 de abril de 1967, que los padres desarrollaron su lucha, y se dieron las condiciones en que se unió el pueblo, tanto de las escuelas de la sierra, como del bajo y de todo el municipio. Se desenvolvieron la participación y la solidaridad.

El 17 de mayo por la noche se reunieron y se enteraron de que empezaban a llegar judiciales, policías de civil, y que venían a tomar la escuela. Acordaron para el siguiente día reunirse en la plazoleta temprano.

Como a la 5 de la mañana fueron a tocar a la casa de la maestra Hilda unas mujeres del mercado, que le informaron que la escuela Juan N. Álvarez había sido tomada por los judiciales. (2)

En un documento del Consejo de Autodefensa del Pueblo de Guerrero, publicado el 15 de j ulio de 1967 , se comunicaba que los padres de familia de la escuela primaria estatal Juan N. Álvarez habían pedido al gobernador de Guerrero, Raymundo Abarca Alarcón, el cese inmediato de la maestra Julia Paco Pizá, que ocupaba el puesto de directora del mencionado plantel, y el cambio del comité ejecutivo de la sociedad de padres de familia, integrado, desde que se fundó la escuela, por Wilfrido Fierro Armenta, Rosalino Sotelo, Margarita Serrano –que ya no tenían hijos en el colegio– y Raymundo Fierro.

Al inscribir a sus hijos debían pagar 10 pesos, y después una cuota mensual de tres pesos; por cada festival las cuotas oscilaban entre 10 y 20 pesos; los niños debían consumir lo que la maestra Paco Pizá vendía en su tienda dentro de la escuela (que no era cooperativa), y eran obligados a vender en las calles boletos para funciones de cine organizadas dizque para ayudar al plantel.

El director de Educación y el gobernador no intervinieron, a la vez que tomaron la dirección y edificio de la escuela para entregarlos al nuevo director. Siete profesores y dos empleados se inconformaron.

La Sociedad de Padres de Familia y el Club de la Buena Vida llamaron a no enviar a los niños a la escuela. El 17 de mayo, el procurador de Justicia del Estado, Horacio Hernández Alcaraz, y agentes policíacos llegaron al plantel. Ahí permanecían los policías.

El día 18 se reunieron en la plaza cívica de la ciudad para protestar por los actos arbitrarios del procurador Hernández Alcaraz. En plena asamblea llegó el comandante de la policía judicial, capitán Enrique Castro Arellano, con una ametralladora. Se dirigió al orador en turno, con palabras obscenas y a culatazos, para que se callara. Un padre de familia –Arcadio Martínez Javier– dijo que era un derecho el que ejercían en aquella reunión, y el policía le respondió con varios disparos que lo hicieron caer con el pecho destrozado. Entonces se oyó el tableteo de las ametralladoras y cayeron los padres de familia Arcadio Martínez, Javier Donaciano Castro, María Isabel Gómez –que estaba en el octavo mes de embarazo–, Regino Rosales y Prisciliano Téllez, así como un niño de la colonia Buenos Aires y un policía judicial. Los agentes del gobernador hirieron de gravedad a Juan Reynada Victoria, Gabino Hernández –quien perdió el habla por la golpiza sufrida– y Juvencio Mesino, esposo de María Isabel Gómez. De estos tres, acusados por las autoridades de crímenes que ellas mismas cometieron, sólo consiguió escapar Juvencio Mesino, que se volvió loco por los golpes que le dieron los asesinos de su mujer. (3)

Según José Arturo Gallegos Nájera apoyaron la agresión disparando armas de fuego Juan García Galeana, acaudalado comerciante; Donaciano Luna Radilla, banquero; Rosendo Serna Ramírez, director del semanario Rayo del Sur , de Atoyac; Rosalino Sotelo Bustos, Agustín Mesino y Josefina Mesino La Huevona. (4)

Lucio Cabañas dejó su versión de los hechos, así: «…Subí a la sierra, mejor dicho, me echaron al monte el 19 de mayo de 1967. Me fui, porque si me quedaba me mataban. La vida vale mucho Alberto, jamás me hubiera perdonado el caer muerto a lo pendejo, sin haber hecho algo por los pobres, por mi partido que es el de todos los pobres de México.

–«El 18 de mayo me trae recuerdos muy duros y amargos -dijo por fin-, la bomba explotó porque tenía que explotar. El caso de la profesora Julia Paco fue la chispa, solamente la chispa. Me habían corrido de la escuela Modesta Alarcón y el pueblo quería que me reinstalaran; además el grupo mayoritario de padres de familia pedía que la profesora Julia fuera destituida por grosera, arbitraria y por el dinero que les exigía a los niños. Para obtener la expulsión y mi regreso a la escuela Alarcón, se declaró una huelga en la escuela Juan Álvarez.

–«Había más de dos mil gentes, yo estaba en el micrófono. Un capitán del ejército se acercó y me reclamó, entonces un policía trató de atacarme. En esos momentos todo fue confusión. De pronto se desató la balacera y una mujer, Isabel Gómez cayó a unos cuantos pasos de mí. Mientras agonizaba, el niño que llevaba en el vientre se movía y moría con su madre.

–«La gente cubrió mi retirada. Yo no podré olvidar su cariño en ese peligro. No quería que yo saliera de ese lugar. Me sentía desesperado y les tuve que hablar de una manera más seria: » Déjenme ir, porque si me encuentran los judiciales me matan y también a ustedes «. Sólo así pude huir de ese lugar, después de unas dos horas de involuntaria prisión». (5)

En otra obra, son transcritas las siguientes palabras de Lucio Cabañas: «El de 1967 en Atoyac no era un movimiento puramente escolar. Dondequiera se dijo que por sacar a una directora de una escuela estatal hubo una balacera y de allí se lanzó Lucio. No de daban cuenta que antes, y eso a los que están aquí les consta, que antes tuvimos movimientos de pueblo en la sierra contra las compañías madereras, y que antes tuvimos en el pueblo de Atoyac un movimiento contra Caballero Aburto, y que nada más nos buscó tantito el Ayuntamiento, y nos buscó tantito el problema de una escuela y otra vez salimos a la calle a decir que no nos gustaba eso. Ya estábamos acostumbrados a luchar, así que abordamos todos los problemas que teníamos. No era un problemita allí de escuela… (6)

¿Cuántos muertos hubo? Las distintas fuentes discrepan en cuanto a las cifras. La profesora Hilda Flores Solís dice que fueron cinco padres de familia (incluida una mujer embarazada) y dos judiciales; José Arturo Gallegos escribe que fueron seis asistentes al mitin y tres policías, incluido el comandante; el CAPG informó que cayeron cinco padres de familia, un niño de la colonia Buenos Aires y un judicial; Rafael Aréstegui Ruiz sostiene que fueron nueve los muertos y 25 heridos, sin especificar cuántos manifestantes y cuántos policías, y muchos otros afirman que cayeron cinco padres de familia y un judicial. Las cuentas, pues, no coinciden. Así está el estado de la cuestión.

Posteriormente a la masacre, Lucio Cabañas se trepó al monte, organizó un grupo de autodefensa armada, que, inicialmente ajustó cuentas con caciques, elementos represivos y acaparadores; pero, trascurridos unos años, constituyó el Partido de los Pobres y creó un movimiento guerrillero con una amplia base social, que comenzó a combatir al Ejército, y, en mayo de 1974, secuestró al senador Rubén Figueroa Figueroa, con lo que atrajo contra el PDLP la fuerza concentrada del gobierno de Luis Echeverría Álvarez. En septiembre, Figueroa fue liberado por las fuerzas armadas, y en diciembre moría Lucio Cabañas.

Acerca de estos sucesos un académico plantea en su tesis de grado: «En el caso de Guerrero, la situación es un tanto particular, la masacre del 18 de mayo de 1967 ha sido anterior a la represión del movimiento estudiantil, después de la represión que produjo 9 muertos y 25 heridos se responsabiliza a miembros de la ACG [Asociación Cívica Guerrerense] y a Lucio Cabañas de éste, se giran órdenes de aprehensión en contra de habitantes de Atoyac, y Lucio al refugiarse en la zona baja de la sierra, va a permanecer ahí un periodo de casi 2 años, es en este periodo cuando se inicia el proceso de construcción del PDLP, sin que exista ningún deslinde previo con el PCM, desde entonces a lo largo de toda la existencia del PDLP va existir una relación ambigua de éste con el PCM, algunos elementos del mismo colaboran con algunas actividades del PDLP, contraviniendo expresamente las directrices de la dirección del PCM». (7)

Arturo Martínez Nateras coincide con Aréstegui en cuanto a la relación entre el Partido Comunista y Lucio Cabañas: «Tiro por viaje y siempre que puede solicita del PCM el envío de cuadros al grupo para emular con los ultras, para adiestrar ideológicamente difundiendo línea. La dirección central nunca lo peló. En una o dos ocasiones adoptamos acuerdos no ejecutados. Los compañeros de Guerrero, en cambio, se brincan las trancas y cada uno hace lo que se le pega la gana.

«Todos ayudan a Lucio. Los del MRM [Movimiento Revolucionario del Magisterio] son la base urbana principal. Maestros del MRM son Félix, César, Jacob Nájera, Inocencio Castro, Félix Bello y todos los cientos y cientos que respaldan, a la chita callando, sin buscar ni hacerse publicidad». (8)

Sólo para mostrar cómo guarda el imaginario popular los acontecimientos del 18 de mayo de 1967 y la caída de Lucio, basta con transcribir sobre los mismos los encabezados de las notas de los años recientes en dos cotidianos del estado de Guerrero: Zacarías Cervantes, «Marchan en la capital organizaciones sociales por el aniversario de la masacre de Atoyac» (El Sur, 19-V-09); Margena de la O y Rodolfo Valadez, «Conmemoran en Chilpancingo y Atoyac la masacre de maestros y padres de 1967. Organizaciones reclaman liberar a 82 presos de conciencia en protesta en el Congreso» (La Jornada Guerrero, 19-V-09); Citlal Giles Sánchez, «Recuerdan aniversario de la matanza que levantó a Cabañas» (La Jornada Guerrero, 18-V-09); Francisco Magaña, «Movilizaciones contra La Parota, anuncian organizaciones sociales al conmemorar la Masacre de 1967 en Atoyac» (El Sur, 19-V-10); «Recuerdan a Cabañas en su tierra natal» (La Jornada Guerrero, 3-XII-11); «Organizaciones conmemoran el aniversario luctuoso de Lucio Cabañas. Resurgen condiciones para la guerrilla: UCEZ» (La Jornada Guerrero, 3-XII-12) y Margena de la O y Rodolfo Valadez Luviano, «Marchan en la capital en honor a Lucio Cabañas. Exigen cesar los asesinatos de activistas» (La Jornada Guerrero, 3-XII-13).

Precedida por el asalto al cuartel de Ciudad Madera, Chihuahua, por el grupo guerrillero de Arturo Gámiz el 23 de septiembre de 1965; la represión al Movimiento Revolucionario del Pueblo, en agosto de 1966; la ocupación militar de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en octubre de ese mismo año, y la detención de Genaro Vázquez en la ciudad de México y su encarcelamiento en Iguala, Guerrero, en noviembre de 1966, así como la represión en forma paralela del movimiento estudiantil en Hermosillo, Sonora, en mayo de 1967, la masacre de Atoyac constituye el punto de arranque de la violencia revolucionaria en el Sur. Surgió la guerrilla campesina contemporánea, influida por el movimiento guerrillero en América Latina, África y Asia, por lo que no puede negarse la influencia directa de ideas en boga a la sazón. Tales son su importancia y su significado.

Notas

(1) Desidor Silva Valle, «Aporta nuevos datos sobre el 18 de mayo de 1967 en Atoyac», volante, carta tomada de El Sur, s. f.

(2) Maribel Gutiérrez, «La maestra Hilda Flores narra los sucesos del 18 de mayo de 1967 en Atoyac», volante, entrevista tomada de El Sur, s. f.

(3) La redacción de estos párrafos es casi textual de la carta suscrita por Bernardo Reyes, Esteban Piedra y Emilio Barrientos, en nombre del CAPG. (Sucesos para todos, núm. 1780, 15-VII-67, p. 89).

(4) José Arturo Gallegos Nájera, La guerrilla en Guerrero, Chilpancingo, Gpo. Ed. Lama, 2004, p. 24.

(5) Carlos Bonilla Machorro, Ejercicio de guerrillero, México, Gaceta Ed., 1981, pp. 111-112.

(6) Luis Suárez, Lucio Cabañas, el guerrillero sin esperanza, México, Ed. Roca, 7ª ed., 1978, pp. 54-55

(7) Rafael Aréstegui Ruiz, Campesinado y lucha política en la Costa Grande de Guerrero , tesis, Chilpancingo, Mtría. en C. Soc. de la UAG, 1984, p. 111.

(8) Arturo Martínez Nateras, El secuestro de Lucio Cabañas, Madrid, Altalena Ed., 1986, p. 30.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.